viernes, 29 de enero de 2010
El Rafita
Tele 5 entrevista a su vampiro adolescente y criminal. La guerra de las audiencias tiene estas cosas..., la vida se convierte en un mero videojuego plastificado e intrascendente. La entrevistadora del Rafita hace una cálida descripción de su ser; la infancia difícil del muchacho, las malas compañías de la alimaña, la vida descarrilada de la bestia. Haz que el crimen parezca un accidente... Enternece a la audiencia con la recreación de un malechor con piel de peluche.
Un malechor que ya tiene los pies o las zarpas en la calle...
--La justicia es comprensiva...
--¿Comprensiva con la víctima...?
--La víctima ya está muerta...
Pero los allegados lloran interminablemente porque la justicia no existe.
Y la justicia falla porque es un monopolio público sujeto al juego hipócrita de las mayorías que hace las leyes. Las leyes de algodón. Valga como contrapunto lo que sucedía en Islandia, hace unos siglos: si el delincuente/criminal no cumplía la pena impuesta (o multa o muerte o destierro), la víctima ya se encargaba de que la cumpliera... o bien delegaba en alguien para que la hiciera cumplir. Quien hacía cumplir la justicia por vía delegada se llevaba el precio de la multa (pongamos que se trataba de una multa). Su incentivo para hacer cumplir la ley era, por tanto, altísimo.
Y es que la Justicia es algo demasiado serio como para dejarla en manos de los jueces para la democracia y de los legisladores de la partitocracia. La Justicia tendría que ser Consuetudinaria; la justicia tradicional, la que siempre ha funcionado para mantener el crimen a raya.
Ahora se propone un simple cambio de ley: la cadena perpetua revisable. Uy, qué drástico... Yo, modestamente, propongo la silla eléctrica reclinable. Una silla orientada al sol poniente, dispuesta a contemplar el paisaje expiatorio de la última luz solar.
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