Venezuela, paraíso de terroristas

Parece que cuando un juez abre un caso, con su alta pompa y parsimonia de Audiencia Nacional, las sospechas que todos teníamos se convierten en certezas dignas de una primera plana en la prensa. Así con Chávez y el terrorismo etarra. Resulta, pues, que Zapatero tiene a su brother del otro lado del Atlántico dando cobijo a la víbora etarra, planificando juntos los atentados a la plena luz del día tropical. Un Zapatero que aquí lo tenemos plagado de chivatazos, junto a un Rubalcaba al que aún le resuenan en los oídos los trenes de marzo. Y luego están los comparsas, los personajes secundarios, todo el vademécum de espías prosocialistas o promarroquíes, o las dos cosas. Y luego los bufones castristas, como Willy el niño Toledo. Éste es el último espécimen en la cadena de la evolución del homo socialísticus. También llamado homo pánfilus.

Se diría, entonces, que el gobierno de España forma una cierta parte del Eje del Mal, que une Persia con el Caribe pasando, en este caso, por Madrid. O podríamos especificar un sub-Eje Madrid-Ankara, dentro del Eje mayor y oficialmente asesino Caracas-Teherán. Ankara y Madrid se quedan para lo ideológico (aunque en marzo, los días once, se puede hacer una excepción); y Caracas y Teherán son los que entran más a fondo en el detalle de los atentados, junto a sus ejecutores adyacentes, Farcs o Hezbollahs, poseedores de la mano de obra. Siempre hace falta una mano de obra dispuesta... Nuestra mano de obra suele darse en las Vascongadas y en Lavapiés.

Ocurre que la mano de obra está al servicio del que paga. Y España paga lo que haga falta, desde ikastolas a la Autoridad Palestina a los hoteles de La Habana.

El diablo mueve el rabo sobre la moqueta de la Moncloa.