lunes, 1 de marzo de 2010
Cartas a Israel
La embajada de Israel recibe un aluvión de túrbidas cartas escolares.
--Oye, Moisés, ¿hemos convocado algún concurso...?
Las cartas llegan como si se presentaran a un concurso con la dirección cambiada. Pero no es poesía lírica lo que contienen, sino una competición para ver quién insulta más a lo grande al pueblo de Israel: Judíos, asesinos o Palestina no os pertenece o Judíos igual a dinero. O lo que sea... Son los destellos de odio de unas cartas oscuras como una noche de los cristales rotos.
Los profesores tienen bien instruidos a los arrapiezos de ocho o nueve años, que no tienen más edad los líricos ocultos del aula, autores de unas misivas que son como misiles de papel.
Los profesores se enorgullecen de sus cachorros:
--Tienen que demostrar su personalidad...
--No hay que reprimirlos, ¿eh?
Y el más sereno de los tres, dice:
--Dentro de unos años éstos nos echan del aula...
Parece que tenemos una juventud antisemita y antisistema, la bonita descendencia de la progresía... Aunque también están los antisemitas de toda la vida, añosos y extremosos derechistas de fuste. Tenemos una juventud o una infancia que expresa un pensamiento de serie B, tenazmente falso, que se resiste a la historia y a la verdad objetiva. Es el pensamiento de una juventud que va chupando del bote, mientras el bote dure.
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