Cuando el rojo se quedó en blanco

Mucho bótox en la cara para reforzar la cara dura. Mucho griterío en los mítines previos, mucha arenga a la fuerza y la tensión, pero Zapatero se nos quedó en blanco en el momento de la verdad. En el azul de sus ojos vimos en directo su naufragio. Campo Vidal quiso echar un poco de tierra al asunto, permitiendo las interrupciones, pero Zapatero estaba liquidado, diluido por un implacable Rajoy, que movía los ojos y zarandeaba a su adversario con sus solos argumentos.

Zapatero empezó escondiéndose detrás de Solbes -oiga, que ahora estamos debatiendo usted y yo-, luego detrás de la fotocopia de un bonobús -habrá que ver cómo se obtuvo la fotocopia ilegal de un inmigrante legalizado-, para terminar derrengado en la mesa de debate, esperando la respiración asistida de Olga Viza. Pero la chica no llega hasta la semana que viene y mientras algo habrá que hacer.

-¡Rubalcaba! ¡Detenme a Cheroki o algo!


De las encuestas posteriores, ay, todos se tragan un error de base: y es el de suponer que el sectarismo se reparte igualmente a derecha e izquierda del electorado. Sin embargo, mientras que el liberal-conservador reconoce cuándo se le cae Pizarro; el socialista nunca pone en duda a su líder máximo. Se engaña a sí mismo creyendo ver lo que no ve; y si por casualidad tiene una ligera intuición, lo calla y lo miente.