Ya en Roma hubo noticia de Mariano

Un par de epigramas que le dedicó Marco Valerio Marcial a Mariano, allá por el siglo I:

¿Quién es ese afeminado, Mariano, que está siempre pegado a tu mujer? ¿Quién es ese afeminado que susurra no sé qué al delicado oído de tu dueña y oprime su asiento con el codo derecho, ese que lleva en todos sus dedos un ligero anillo y tiene unas piernas que no están empañadas por un solo pelo? ¿No me respondes nada? "Ése se ocupa", dices, "de los asuntos de mi esposa". Ciertamente es un hombre decidido y rudo que denota en su mismo rostro un hombre de negocios: Aufidio de Quíos no sería más activo que él. ¡Oh, qué digno eras, Mariano, de las bofetadas de Latino: yo creo que vas a ser el sucesor de Panículo. ¿Se ocupa de los asuntos de tu esposa? ¿Ese afeminado de algún asunto? No se ocupa de los asuntos de tu esposa, ése se ocupa de los tuyos. (Libro V, ep. 61)

Y luego:

Sabes que se te persigue, sabes que el que te persigue es un avaro y sabes qué quiere el que te persigue, Mariano. Sin embargo, tú, tonto, le nombras heredero en tu testamento y quieres, loco, que él ocupe tu lugar. "Me ha enviado, no obstante, regalos magníficos". Pero te los ha enviado en un anzuelo: ¿y puede el pez amar al pescador? ¿Acaso ése va a llorar con dolor auténtico tu muerte? Si deseas que llore, no le dejes nada, Mariano. (Libro VI, ep. 63)