miércoles, 11 de febrero de 2009


Eluana

Eluana ya está en la inmensidad de Padre. Ha pasado del sueño a la plena Consciencia. Se ha colado por la rendija de la vida hasta el Más Allá. Ha finalizado su travesía del desierto, en la que ha sucumbido a causa de la sed. (La mano inmisericorde del hombre se negó a socorrerla.) Eluana ya habita en el Gran Lugar; y nosotros nos quedamos en la simple vida, entre la pesadilla y el sueño, según nos sople el aire, según sea de día o de noche en los pequeños trabajillos que vamos emprendiendo.

La eutanasia era la solución fácil para un padre abismado en la desesperación. Aunque eso ni siquiera era eutanasia, seamos claros. Diecisiete años contemplando a una hija quietísima tiene que ser durísimo. Una prueba difícil que no ha podido superar. Lo negro pudo con él, la gran melancolía sin esperanza. (Melós: lo negro). El padre con minúscula a quien la tribulación acompañará de por vida.
Eluana ha cambiado los verdes prados del sueño por la blanca y cierta esperanza. Al padre le queda la negrura.

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