lunes, 2 de marzo de 2009


Épica y democracia en la América española



Toqueville habló de la Democracia en América (del norte), así que ahora toca hablar de la democracia en iberoamérica:

"La institución del cabildo llegó a América con pleno vigor de facultades. La experiencia colonizadora que se había llevado en la península será instaurada por los pequeños contingentes humanos de los conquistadores. El cabildo municipal se convertirá en la única institución de gobierno en el nuevo continente. (...) El jefe de la expedición convocaba cabildo abierto a todos los componentes del cuerpo expedicionario. La nueva población tomaba forma cuadricular, que recordaba a las polis griegas y los oppidum romanos, aunque en este caso la plaza mayor se encontraba enseñoreada por la Iglesia y el Cabildo, representativas de las dos instituciones soberanas. En estos centros urbanos, según la población residente, se distinguían metrópolis, ciudades sufragáneas y villas. En todos los casos, los vecinos eran quienes habían recibido carta de vecindad por el fundador o el virrey. Ser vecino significaba ser padre de familia, propietario y tener domiciliación en el lugar. Quedaban, por tanto, excluidos los sacerdotes, los funcionarios no avecindados y los hijos de la familia no emancipados. La vecindad reconocía los derechos a votar y poder ser electo para los cargos públicos".

Ya va siendo hora de darle un poco de publicidad a la democracia que también llevamos a América. El artículo completo, que trata de la labor de los jesuitas en el Paraguay, aquí.

La democracia, siempre de la mano de la religión, como no puede ser de otra manera: Dios nos concede la libertad y los derechos que las Constituciones y los gobiernos se limitan a reconocer, no a crearlos de la nada.

Este es el juramento de los conquistadores:

"Soy tu espada, Señor, estoy combatiendo a tus enemigos y llevando tu nombre a nuevas tierras. Llevo tu cruz en mis banderas, a Ti consagro mis conquistas. Tu madre es la mía, y ella es también mi Dama, Nuestra Señora. Soy tu siervo, Señor, Te rindo pleitesía; ayúdame a extender Tu santo nombre y a honrar a Nuestra Señora, a los ángeles y a los santos varones que te sirvieron ayer..."

Sólo podemos añadir: Amén

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