Los palestinos fueron llamados por clérigos islámicos. Había que hacer frente a una manifestación de judíos en la milla sagrada de las dos religiones. Y los palestinos acabaron a pedradas contra la policía, como siempre, que los hizo retroceder hasta la mezquita de al-Aqsa.
La misma jugada que hace un par de años, cuando entraron en la iglesia de la Natividad. Allí encontraron una exagerada comprensión franciscana:
Giovanni Battistelli, superior de la Orden de los Franciscanos, lo tiene claro: «Nadie ha abierto fuego desde el interior de la Basílica. Ha sido un ataque lanzado por Israel. Nuestros frailes están en la Basílica porque desean quedarse. No son rehenes de nadie. Si se van, los israelíes atacarán inmediatamente el Lugar Sagrado».
Un policía palestino, Jaled Syam, de 26 años, ha muerto al ser alcanzado por un disparo en la cabeza de un francotirador israelí. Había salido de la Iglesia para ayudar a apagar el fuego. «Esto es inadmisible; es una violación de todas las leyes de la humanidad y de la civilización», dice el padre Ibrahim Fates, superior de los Franciscanos en Tierra Santa.
De todo tiene que haber en la viña del Señor. Hasta escudos humanos voluntarios.
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