jueves, 11 de febrero de 2010
Rule Britannia
A lo largo de los circunloquios callejeros de Londonistán, un conductor de autobús con pantuflas y pintas paquistaníes se produce con prisas sobre el asfalto. Conduce que se las pela; parece merendarse el autobús de dos pisos.
Entre el jaleo del tráfico asciende un murmullo frenético, un aullido de perro será.
--Se veía venir... Ya lo hemos atropellado...
--Eso no es un aullido de perro, sino el lamento del muecín...
--Pardon me...
Es la llamada del muecín a la oración, extraída de un radiocassette que el conductor del autobús lleva adosado al salpicadero del vehículo. El conductor maniobra y dispone el autobús de cara a la Meca... Saca una alfombrilla de ducha y se repliega sobre ella como un reptil, como duchándose en seco contra la pelusa azulona del trapito.
Los pasajeros quedan anonadados, expectantes, a la espera de un rezo bomba que no se produce.
--Oye, que esto no suena...
--¿Será una bomba silenciosa...?
--¿Mande?
Escucha y verás, pasajero inquieto, indiferente a la multicultaridad que te rodea. Escucha el imperio de los sentidos que comienza a ser recitado en árabe, como un lamento de gozo sobre una alfombra dorada. El misterio de las mil y una noches a las cuatro de la tarde, en pleno afternoon londinense. Los versículos explosivos, sin embargo, no hacían explosión. Fueron cinco minutos eternos, tal vez precursores del paraíso.
Sin embargo, el paraíso puede esperar.
Así que el saladino del volante, indiferente y cumplidor, pliega la alfombrilla, cierra los versículos coránicos, se sube los pantalones, se suena los mocos, se sienta, sobre todo se sienta, pone la primera velocidad y arranca el vehículo, que parece dilatado por la espera.
El autobús petardea al salir, pues lleva una civilización renqueante en sus entrañas.
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3 comentarios:
La historia es cojonuda pero parece que no es real. según publica Periodista Digital se trata de una leyenda urbana de la que se han hecho eco los tablides británicos... Yo también aluciné cuando la Ley, y la verdad, aunque es desquiciada, uno después de lo que ha visto se lo traga todo.
Aún así, a mi me pasó una cosa similar... A mí, no me lo ha contado nadie. Fue en 1999 en el aeropuerto de Palma de Mallorca dónde yo trabajaba de supervisor en una compañía aérea. Un grupo de judios ortodoxos (Iban de Tel Aviv a Paris vía Barcelona y Palma cargados de comida kosher, es verdad)se puso a rezar en mitad de la terminal cuando embarcabamos su vuelo. Hasta que no acabaron (y fueron los últimos en subir) el avión no cerró las puertas. Fueron sólo unos minutos, pero fue una situación extraña.
Un saludo.
¿Y Ud. desde cuándo escribe como Muñoz Molina?
Eduardo, hay historias no reales que merecen serlo, como apuntas.
Pues no sé, Claudedeu. Tendría que leer a Muñoz Molina para contestarte.
Saludos
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