Jaime Mayor Oreja, como un remoto Cid Campeador, anda desterrado por el campo de la política nacional. Desterrado en Estraburgo, buscando el oro del Rhin que no llega, peleando contra el moro -- la Europa de los pueblos, o de los barrios, es auténtico territorio moro--, haciendo la guerra por su cuenta contra el terrorista pertinaz y dicen que negociador. Mayor haciendo la guerra a distancia... Una distancia geográfica y moral, pues el hombre anda abandonado por los suyos, que van desautorizándole cada vez que se presenta la ocasión; y si no se presenta, la presentan. Oyarzábal dice que Mayor "no está al cabo de la calle en política vasca". Basagoiti y los suyos, en cambio, andan dándole vueltas al realismo del poder, que apenas raspan con la ilusión de las uñas. Basagoiti sí está al cabo de la calle: como una lumi, apostada alrededor de una farola, espera a que pase Pachi y le tire algunas monedas de plata. Eso es estar al cabo de la calle.
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