Así titulo la primera de mis colaboraciones en el Semanario Atlántico:
Decía Benjamin Franklin que la democracia consiste en dos lobos y un cordero decidiendo a quién se van a comer. El cordero minoritario, pues, es el que queda lógicamente trasquilado y devorado mientras que los del pelo pardo se quedan con la lana y la carne fresca. El cordero se queda desanimado, o sea, muerto, sin posibilidad de nutrir con nuevos impuestos de lana o carne a las clases pasivas de lobos/funcionarios y demás personal subvencionable que ya no pueden seguir destripándolo a placer. El cordero muestra su malestar y patalea, pero siempre estará en minoría.
Este círculo vicioso, destructor de la iniciativa individual y de la libre empresa, sólo se acaba con una rebelión fiscal, pues el cordero/contribuyente no puede seguir sustentando a tanta clase pasiva viviendo a su costa. Así cayó el imperio romano, que padecía la voracidad de un sector público superpoblado de pan, circo, soldados y funcionarios imperiales... Seguir leyendo...
3 comentarios:
Enhorabuena, como sabes, "Semanario Atlántico" es uno de los medios digitales que sigo más asiduamente.
Disiento contigo, Persio, y lo siento, pero creo que el cordero, una vez digerido, servirá para abonar los campos en que crecerá nueva hierba para que sigan pastando sus hermanos corderos, quienes serán nuevamente comidos y digeridos por los lobos, a no ser que, el pastor del rebaño, coja el callado y se lie a “callarazos”(en gallego serían carallazos) con ellos.
Por cierto: el pueblo americano no está pasando los mejores momentos de su historia y hay quien ve al fantasma de la secesión acechando. Yo creo que remontarán, como siempre hicieron, la mala racha y conseguirán que las estrellas y las barras sigan hondeando en todos los estados. No me imagino a un americano sentado al paso de su Bandera, eso queda muy bien en Madrid pero no en Washington.
Un abrazo y enhorabuena por esta nueva singladura que comienzas en el Semanario Atlántico.
Gracias a los dos.
Javier: Me convence eso del abono de los campos.
Después de diez días perdido en el Pirineo tengo una especial sensibilidad en esas cuestiones. Una especie de nostalgia.
Un abrazo
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