domingo, 31 de octubre de 2010


El gorila atómico


















Chávez se plantea la nuclearización del Orinoco como último paso en su política de expansión bolivariana. Va a llenar la selva de armas atómicas para atemorizar a los países vecinos. Una nueva fauna metálica surgirá en la selva como creación termonuclear del dios Chávez.
El modelo de Ahmadineyad le sienta como anillo al dedo al gorila del Orinoco. Donde uno dice Israel, el otro dice Colombia; donde Hezbollah como fuerzas de choque, las FARC, quienes tendrán a partir de ahora las espaldas aún mejor cubiertas. Otras organizaciones terroristas se refugiarán igualmente en las faldas de papá Chávez, que estrena paraguas nuclear. Los españoles renegados de la ETA verán reforzadas sus posiciones entre los pliegues de las faldas bolivarianas, su último refugio. Los peones/terroristas. Que otros peleen por ti, parece pensar Chávez, como antes pensaron los soviéticos y ahora piensan los financiadores de islamistas suicidas, accionados por control remoto. Los terroristas untados de oro negro y con un misil nuclear en el carcaj son los soldados extraoficiales de los estados gamberros.
Hay que ver cómo los países con petróleo en el subsuelo hacen como si no lo tuvieran… Necesitamos fuentes de energía, dicen, sedientos. Y así perforan en las interioridades del átomo para que emerja a la luz la energía subatómica. La técnica empleada es un poco más complicada que los pistones y otros mecanos utilizados en la extracción del petróleo. Pero los rusos están dispuestos a venderla para darle un nuevo dolor de cabeza a los norteamericanos, que en dos años con Obama han perdido lo que antes ganaron en diez. Están reculando a pasos gigantescos e internacionales. Los pasos gigantescos del cangrejo Barack Hussein.
Chávez controla como países satélites a Ecuador y Bolivia. Vale. Sólo le faltan los eslabones intermedios de Colombia y Perú para completar un cinturón de hierro andino. El entorchado que le proclamaría como gran caudillo del siglo XXI. Un cinturón parecido al que tenía la amazona Hipólita, en la antigua Grecia, y que la hacía invencible en sus batallas. El cinturón que le robó Hércules –no recuerdo cómo, pero me lo imagino– en uno de sus doce trabajos. Obama, sin embargo, no parece que esté por la labor de ser el nuevo Hércules que evite el cinturón andino de Chávez.
Con Colombia, Chávez tiene a tiro a Panamá, y su gran canal veneciano que discurre entre las dos Américas. La mitad del comercio internacional en las manos del caudillo que surgió de la selva. Eso sí es un sueño bolivariano hecho realidad.
Se dice que la guerra de Troya fue una guerra comercial. La ciudad controlaba el paso al Helesponto, la ruta navegable que a través del mar negro más se adentraba en el oriente conocido. Los griegos reaccionaron ante el control comercial de Troya… así como ante el rapto de la mítica Helena, nacida de un huevo de cisne.
Para que reaccione Obama, ¿ha de producirse el rapto de Michelle?


Publicado en The Americano

1 comentario:

José Antonio del Pozo dijo...
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