Jodie Percival y su novio decidieron que lo mejor era abortar. Su primer hijo había muerto a los veinte minutos de nacer, por problemas irreparables de riñón; el segundo sufre de los mismos problemas hereditarios, aunque, tras la extirpación de un riñón, sobrevive sin más complicaciones. Así que cuando los médicos les dijeron que su tercer hijo heredaría la misma fatal enfermedad que sus otros dos hermanos, pensaron que sería demasiado duro pasar otra vez por lo mismo: no querían arriesgarse a ver morir a otro hijo recién nacido. Así que a la mesa de operaciones y aborto a la carta, pensaron. Y así lo hicieron.
Sólo que a las pocas semanas, la madre, apellidada Perceval, o Parsifal, igual que uno de los caballeros del rey Arturo, notó un movimiento a la altura del estómago.
-¡Señora, usted está embarazada!
El médico encargado de realizar la operación había metido la pata y salvado involuntariamente una vida.
Primeras sensaciones de contrariedad en la madre. Luego, de esperanza. Y ahora, cuando el niño tiene 20 meses y sobrevivirá con uno sólo de sus riñones, de alivio y gratitud.
Perceval, tras muchos trabajos y tribulaciones, ha hallado el santo cáliz. Ahí está su hijo, el pequeño Lewis. No todos los días se sobrevive a un intento de asesinato.
3 comentarios:
Siempre hay algún milagro. Y siempre tenemos motivos para agradecer a Dios la vida.
Saludos.
Las mujeres progres denunciarian al médico por negligencia.
Saludos
blumun, realmente todos somos un milagro que persevera día a día.
juan, ya habría una manifestación frente a la clínica. Iñaqui, micrófono en mano.
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