Ya en enero de este año los tipos de interés del dólar empezaron a hacer algunos extraños, síntoma de que la recesión andaba cerca:
La inversión de la curva de tipos de interés es una situación poco común en que los tipos de corto plazo se sitúan por encima de los de largo plazo, algo que parece desafiar la lógica financiera más elemental: que el riesgo de prestar a largo plazo es mayor que el de hacerlo en un plazo corto y que, por tanto, exige ser premiado con un tipo de interés más alto.
El que la curva de tipos invertida preceda normalmente a la recesión en Norteamérica no es algo que suceda por arte de birlibirloque y tiene una explicación muy clara: si el tipo de interés que los bancos pagan a sus clientes por los depósitos es más elevado que el que cobran a familias y empresas por los créditos que les conceden, el negocio bancario deja de ser rentable. Esto lleva a que los bancos frenen la expansión del crédito mientras se dan esas circunstancias lo que, a su vez, termina conduciendo a la desaceleración de la economía primero y, si la situación persiste, a la recesión después.
Todo ello se debe a que, aunque la proporción de préstamos que en EE UU toman como referencia los tipos de interés de corto plazo ha aumentado sensiblemente en el último ciclo expansivo, sigue siendo una economía en la que las hipotecas se indexan todavía masivamente al rendimiento de la deuda pública a largo plazo (los bancos europeos están más protegidos de una eventual inversión de la curva de tipos del euro por la indexación de los préstamos al euribor). Más...
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