lunes, 11 de diciembre de 2006


El frente afgano de ZP



El ministro de Defensa, José Antonio Alonso, reconoció un aumento en el nivel de riesgo de las operaciones militares que España está desarrollando en Afganistán. El ministro no habló de operaciones militares, sino de misión de paz. Pues venga, hablemos de la paz afgana.

Desde este verano se han triplicado los ataques de los talibán en el sur de Afganistán. Allí no hay soldados españoles, pero la onda expansiva del resurgimiento talibán se deja sentir en todo el país. ¿Qué ha sucedido este verano para que haya sido posible este resurgimiento? La respuesta hay que buscarla al otro lado de la frontera.

El gobierno pakistaní firmó este verano un acuerdo con las tribus protalibán del norte de Waziristán, en la frontera afgana. A partir de entonces, la actuación del ejército pakistaní en esta región semiautónoma e islamista se limitó al control de la montañosa e incontrolable frontera con Afganistán. El resto de la región se dejó en manos de las tribus locales, pudiendo servir la región entera (y de hecho sirviendo) como un puerto seguro para los talibán.

Allí es donde se refugiaron hace cinco años la mayor parte de los talibán y los miembros de al-Qaeda que huyeron del suelo afgano (entre ellos, tal vez Bin Laden). Desde entonces, la colaboración de Pakistán en la guerra contra el terrorismo ha sido decisiva en la muerte o captura de más de 700 miembros de al-Qaeda. Pero el desgaste interno de Musharraf también ha sido grande: 500 bajas en las filas de su ejército en los últimos 30 meses; y a la contra, los grandes partidos islamistas del país y los semi-independientes, poderosos y altamente islamizados servicios secretos, que fueron decisivos en la creación del movimiento talibán.

Entre 2005 y 2009 Estados Unidos destinará 3.000 millones de dólares en ayudas económicas al gobierno de Pakistán. Mil millones adicionales en créditos. Pero el argumento económico puede ser insuficiente para convencer al gobierno de Musharraf (siempre en un difícil equilibrio) de seguir como aliado en la guerra contra el terrorismo. De hecho, al acuerdo alcanzado con las tribus de Waziristán, indica claramente lo contrario. Y a ello hay que añadir la liberación, en el último mes, de más de mil sospechosos de terrorismo, entre ellos varios operativos de al-Qaeda. Asimismo, el pasado miércoles se liberó a Hafez Mohamed Saed, fundador de Lashkar-e-Taiba, principal grupo terrorista del país que se cree que está detrás de los atentados de Bombay, que costaron la vida a 180 personas.

Negativos desarrollos que incidirán, qué duda cabe, sobre la pretendida misión de paz del ministro Alonso.

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