Tras la oleada de ira islámica por las declaraciones del Papa, una monja fue asesinada en Somalia. No por casualidad. Somalia vive un proceso de talibanización que se remonta al año 1991, cuando el país se hundió en el caos tras la caída de su presidente, Mohamed Siad Barre. La ONU intervino entonces para tratar de detener una guerra civil inminente. Su resultado es conocido: derrota y huida. Fue la última vez que las tropas norteamericanas intervinieron bajo el mando de la ONU. Los señores de la guerra dominaron el país desde entonces.
El pasado 5 de junio, el líder de los Tribunales Islámicos, Sheik Sheriff Ahmed, anunció que su guerrilla se había hecho con el control de la capital del país, Mogadiscio. El 9 de agosto tomó la estratégica Beledwein, próxima a Etiopía. De hecho, los etíopes se habían adentrado en territorio somalí para tratar de reforzar la posición del presidente en funciones del conglomerado anárquico en que se había convertido Somalia.
Los Tribunales Islámicos son vistos por la población de Somalia como una fuerza de estabilidad y pacificación. Éstos han impuesto la ley islámica en la mayor parte del país. La parte que controlan. Durante este verano, los Tribunales Islámicos fusilaron a dos personas que pretendían ver un partido del mundial de fútbol, arrestaron a otras 60 por ver videos (sin especificar de qué tipo), prohibieron la música en una boda, comenzaron a azotar a los pequeños delincuentes, y han amenazado con imponer la pena de muerte a los que no cumplan con la prescripción islámica de rezar cinco veces al día. Los refugiados en la vecina Kenia se han doblado en los últimos meses.
Las similitudes entre la evolución de Somalia y la del Afganistán talibán son evidentes. Al caos le sucede una dictadura islámica que sirve de base a grupos terroristas. En Somalia, los precedentes son estos: Tras abandonar Sudán, camino de Afganistán, Bin Laden gastó importantes cantidades de dinero en un proyecto islámico para Somalia. Varios miembros de los Tribunales Islámicos, con importantes vínculos con Al-Ittihaad al-Islamiya, grupo perteneciente a al-Qaeda, recibieron entrenamiento militar en Afganistán. Sin embargo, la situación se ha invertido desde el año 2001, cuando Afganistán fue liberado por las tropas norteamericanas. Ahora es Somalia la que tiene campos de entrenamiento para terroristas. En el 2002 se estimaba que había 17 de estos campos repartidos por todo el país. A ellos acuden yihadistas de Afganistán, Pakistán, Iraq, Chechenia, Arabia Saudí y la vecina Eritrea. El último de estos campos se inauguró el pasado 23 de agosto.
Los hechos son recientes. Y un cuerno islámico de África hace prever que los bellos rostros de las mujeres somalíes pronto estarán bajo el dominio del burka.
El pasado 5 de junio, el líder de los Tribunales Islámicos, Sheik Sheriff Ahmed, anunció que su guerrilla se había hecho con el control de la capital del país, Mogadiscio. El 9 de agosto tomó la estratégica Beledwein, próxima a Etiopía. De hecho, los etíopes se habían adentrado en territorio somalí para tratar de reforzar la posición del presidente en funciones del conglomerado anárquico en que se había convertido Somalia.
Los Tribunales Islámicos son vistos por la población de Somalia como una fuerza de estabilidad y pacificación. Éstos han impuesto la ley islámica en la mayor parte del país. La parte que controlan. Durante este verano, los Tribunales Islámicos fusilaron a dos personas que pretendían ver un partido del mundial de fútbol, arrestaron a otras 60 por ver videos (sin especificar de qué tipo), prohibieron la música en una boda, comenzaron a azotar a los pequeños delincuentes, y han amenazado con imponer la pena de muerte a los que no cumplan con la prescripción islámica de rezar cinco veces al día. Los refugiados en la vecina Kenia se han doblado en los últimos meses.
Las similitudes entre la evolución de Somalia y la del Afganistán talibán son evidentes. Al caos le sucede una dictadura islámica que sirve de base a grupos terroristas. En Somalia, los precedentes son estos: Tras abandonar Sudán, camino de Afganistán, Bin Laden gastó importantes cantidades de dinero en un proyecto islámico para Somalia. Varios miembros de los Tribunales Islámicos, con importantes vínculos con Al-Ittihaad al-Islamiya, grupo perteneciente a al-Qaeda, recibieron entrenamiento militar en Afganistán. Sin embargo, la situación se ha invertido desde el año 2001, cuando Afganistán fue liberado por las tropas norteamericanas. Ahora es Somalia la que tiene campos de entrenamiento para terroristas. En el 2002 se estimaba que había 17 de estos campos repartidos por todo el país. A ellos acuden yihadistas de Afganistán, Pakistán, Iraq, Chechenia, Arabia Saudí y la vecina Eritrea. El último de estos campos se inauguró el pasado 23 de agosto.
Los hechos son recientes. Y un cuerno islámico de África hace prever que los bellos rostros de las mujeres somalíes pronto estarán bajo el dominio del burka.
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